Autor:
Víctor Xavier Enríquez Champutiz
Diplomado en Neurodidáctica
Publicado: 04/10/2025

En el complejo entorno de la seguridad y la defensa que vivimos, la toma de decisiones en las operaciones militares es un factor determinante en el éxito o fracaso de una misión.
Este proceso no solo define el rumbo estratégico de una operación, sino que también incide directamente en la seguridad operacional, al ser el mecanismo clave para prevenir errores, minimizar riesgos y preservar la vida humana y los recursos de combate. Si bien la inteligencia artificial (IA) ha avanzado significativamente en la automatización de procesos, la exactitud y la rapidez en el análisis de datos, el juicio humano sigue siendo esencial en escenarios donde las decisiones pueden significar la diferencia entre la estabilidad y el caos, la vida y la muerte.
«Los planes son inútiles, pero la planificación es indispensable»
Dwight D. Eisenhower
En el ámbito militar, la capacidad de adaptación y análisis en tiempo real es clave, especialmente en lo que respecta a la seguridad operacional, donde una lectura precisa del entorno, sumada a una toma de decisiones ágil y fundamentada, puede evitar eventos indeseados, proteger vidas humanas y preservar los medios aéreos y terrestres empleados en la misión, y ninguna tecnología puede reemplazar completamente la experiencia y la intuición de un líder bien entrenado.
El caso del teniente coronel Stanislav Petrov (1939-2017) ejemplifica la importancia de la toma de decisiones en contextos de alta tensión y con consecuencias estratégicas irreversibles.

El 26 de septiembre de 1983, en plena Guerra Fría, el sistema de alerta temprana soviético «Oko» detectó el lanzamiento de cinco misiles balísticos intercontinentales desde Estados Unidos. Petrov, como oficial de guardia, debía decidir si reportar el ataque, lo que podría haber conducido a una represalia nuclear y a una catástrofe global. A diferencia de lo que haría un sistema automatizado, que habría seguido el protocolo y elevado la alerta, Petrov analizó la situación con racionalidad, detectó inconsistencias en los datos y concluyó que se trataba de una falsa alarma. Su decisión, basada en experiencia, intuición y juicio crítico, evitó una posible guerra nuclear. Este caso subraya que, incluso en un mundo con tecnologías avanzadas, la capacidad humana para evaluar el contexto y discernir lo correcto sigue siendo indispensable y resulta determinante para preservar la seguridad operacional en entornos donde los márgenes de error pueden ser catastróficos, tanto en las operaciones aéreas como en operaciones terrestre en la toma de decisiones militares.
Las operaciones militares modernas requieren líderes con una visión que trascienda la simple ejecución de órdenes; necesitan capacidad de análisis, experiencia táctica y un sólido liderazgo situacional para evaluar múltiples variables y actuar con precisión en escenarios complejos y dinámicos. La toma de decisiones efectiva no solo depende del conocimiento teórico, sino también de la capacidad de adaptación y la inteligencia emocional del líder. Un líder eficaz debe ajustar su estilo de mando en función de la situación y de su equipo, equilibrando autoridad y flexibilidad para optimizar el desempeño de sus subordinados y garantizar la cohesión, sin comprometer los estándares de seguridad operacional que resguardan la integridad del personal y los recursos estratégicos. Si bien las herramientas tecnológicas pueden asistir en la recopilación y procesamiento de información, la responsabilidad última de la toma de decisiones debe recaer en comandantes capacitados, capaces de interpretar datos en su contexto y actuar de acuerdo con principios estratégicos y valores éticos.
No obstante, como advertía Sun Tzu en «El arte de la guerra»: «En medio del caos, también hay oportunidad». La toma de decisiones no solo se basa en datos, sino en la interpretación del entorno y en la capacidad de anticipar la reacción del adversario, algo que la IA, por sí sola, aún no puede lograr.
En este sentido, la capacitación y el entrenamiento continuo son los pilares que permiten a los comandantes y oficiales desarrollar una capacidad de decisión rápida, oportuna y ajustada a un marco legal y ético.
Como bien lo expresó Napoleón Bonaparte: «El momento supremo de la batalla es aquel en que el comandante decide comprometer su última reserva».

Un líder militar debe estar preparado para tomar decisiones bajo presión, y esa preparación solo se logra mediante un adiestramiento riguroso que simule escenarios de alta tensión, considerando no solo la eficacia, sino también los estándares de seguridad operacional exigidos para reducir riesgos y mitigar errores en la conducción de las operaciones y promueva la capacidad de respuesta efectiva.

Sin embargo, surgen interrogantes fundamentales: ¿qué sucede cuando el decisor humano carece de valores éticos claros? ¿Puede un sistema automatizado diferenciar entre lo legal y lo correcto?
Estas preguntas refuerzan la necesidad de que las fuerzas militares mantengan un enfoque integral en la formación de líderes, dotándolos de herramientas tecnológicas, pero también de una profunda comprensión del contexto estratégico, el derecho internacional y los principios de la guerra justa.
En conclusión, la toma de decisiones en las operaciones militares es una competencia esencial para la que debemos prepararnos. Si bien la tecnología puede potenciar la capacidad de análisis y respuesta, el juicio humano sigue siendo la pieza central en la conducción de la guerra y la seguridad global. Como afirmaba Clausewitz, «la guerra es un acto de razón y no de mera fuerza»; por ello, es imperativo que todos como militares estemos preparados para asumir con responsabilidad y discernimiento la difícil tarea de decidir en los momentos más críticos, teniendo siempre como prioridad la preservación de la seguridad operacional como principio rector de las operaciones militares. En este marco, el asesoramiento especializado en seguridad operacional se convierte en un componente indispensable del proceso decisorio, permitiendo al mando anticipar riesgos, tomar decisiones más informadas y proteger los medios, el entorno y la vida del personal militar comprometido en cada misión.
«Un buen plan, ejecutado con vigor ahora, es mejor que un plan perfecto ejecutado la próxima semana»
George S. Patton
La rapidez y precisión en la toma de decisiones siguen siendo la diferencia entre la victoria y la derrota en cualquier operación militar.
Artículo publicado en la Revista de Dirección de Seguridad Integrada de la Fuerza Aérea Ecuatoriana Dirsin Nro. 163 año 2025.
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