Un masón como líder.


Autor:

Patricio Javier Aguilar Cazar

Introducción:

Para comprender los rasgos individuales que posee un Masón, es necesario conceptualizar las cinco grandes dimensiones en las que se desarrollan estos rasgos: extroversión, ajuste, apertura a la experiencia, escrupulosidad y afabilidad. Al explorar cómo se pueden caracterizar los perfiles de personalidad de aquellos que son aprendices  permanentes, enunciaré ciertas teorías, que me permitirán adentrarme  en este complejo mundo de la personalidad humana. Esta personalidad está intrínsecamente relacionada con nuestra genealogía, condiciones socio-multifactoriales y los aspectos más íntimos que hemos guardado desde nuestra infancia hasta aquellas que nos permiten, o incluso nos obligan en ciertos casos, a relacionarnos en un entorno social heterogéneo.

Entre las teorías determinantes y que siguen marcando un referente de edificación interior, quiero destacar la Teoría de los Humores y los Cuatro Temperamentos”, enunciada por Hipócrates. Según esta teoría, los rasgos se relacionan con los humores y se clasifican en sangre, bilis, bilis negra y linfa.

Otra Teoría es aquella planteada por Hans Eysenck, la cual describe los “factores comunes subyacentes de la personalidad”. Estos factores surgen de la combinación de patrones como la herencia (un legado trascendente e ineludible) y el hábitat común compartido por nuestros congéneres. Incluyen aspectos como la inteligencia, el carácter, el temperamento y la propia genética humana, que contienen los rasgos fisiológicos característicos y distintivos de los habitantes planetarios.

Entre otras, la Teoría de Gordon Allport sostiene que “la personalidad se manifiesta mediante rasgos de carácter”, adquiridos a través de un patrón (individual o colectivo) e incluso a través de la imitación idealizada de otro ser humano.

En esta teoría,  se aplica el método conocido como enfoque idiográfico para su estudio (discriminación selectiva de individuos). Allport clasificó estos rasgos en individuales, comunes, centrales o cardinales y secundarios; características innatas que forman la personalidad y permiten la expresión individual, en un contexto de motivación estructurada.

Entre las diversas teorías de referencia inmejorable, quiero destacar la planteada por Lussier y Achua en su obra Liderazgo, Teoría, Aplicación y Desarrollo de Habilidades.

Esta teoría no solo se ubica en un entorno contemporáneo y espacial más plausible para la orden, sino también por las homogeneidades que demarcan el trabajo incansable que quien brota de la oscuridad hacia la luz, mediante la guía constante de maestros que influyen asertivamente en aprendices y lograr a través del reflejo eterno, una metamorfosis elevada.

DESARROLLO:

Entendiendo que los rasgos individuales y los atributos personales que nos identifican devienen de los perfiles de personalidad, como una patente de corso, podemos inferir que para ser un ejemplo en la praxis, necesitamos desarrollar nuestras capacidades particulares. Posteriormente, debemos explotarlas en beneficio comunitario y contribuir significativamente al progreso de la hermandad. En una época en la cual, el conocimiento trasciende los limites generacionales, es crucial analizar los diez rasgos que nos permitirán constituirnos en líderes efectivos. Todo esto ocurre en un entorno de amenazas multidimensionales que afectan a nuestro país, a la región y al mundo entero.

Dominio

Este rasgo ejerce una influencia radical en la condición misma del ejercicio masónico. Para ello, se requiere una predisposición cabal e ilimitada para guiar e ilustrar a nuestros pares, infundiendo un sentido de hermandad de doble vía, tanto del liderazgo ejercido, así como para cada uno de los miembros de la orden. El líder Masón debe mostrar un equilibrio integral en el ejercicio de sus grados y dignidades, evitando exabruptos o quebrantamientos.

Gran energía

La energía que despliega el Masón como líder debe reflejar coherencia entre mente y cuerpo (mostrando vigor mental y físico). Esto lo hace digno de confianza ante sus hermanos, imponiendo con su sola presencia una guía inmutable y trascendente. La gran energía se manifiesta en la capacidad desbordante que debe mostrar en su trabajo diario, dentro y fuera de logia, con influencia y motivación permanentes, bajo la absoluta responsabilidad de sus actos.

Confianza personal

Este rasgo está intrínsecamente relacionado con la madurez emocional que demuestra el Masón en el ejercicio de sus funciones. Mantener un esfuerzo permanente en pulir su propio ser y alcanzar la versión personal más elevada de sí mismo es crucial. Así, irradiará esa capacidad a todos quienes lo rodean, ganando su confianza, compromiso y respeto. La Confianza personal, se sintetiza en la frase dicha por Napoleón Bonaparte «Un líder es un negociador de esperanzas».

Locus de control

La conciencia interior como Masón, debe marcar un futuro constructivo y solidario. Para ello, debe contar con motivaciones primigenias y fortalecerlas a lo largo de su camino en la orden. Solo así podrá convertirse en un verdadero líder, amalgamando tantas fortalezas que sus hermanos se sientan totalmente seguros de ser guiados. Este rasgo influye notablemente en el actuar de un Masón, quién siempre sabrá que el legado que deja en sus hermanos será la mejor recompensa al trabajo permanente y generoso en la orden.

La escuadra es la herramienta específica del que empieza en la masonería, del que acaba de ingresar, el llamado “aprendiz”. El compás es, por el contrario, la herramienta del llamado, también en terminología masónica, “maestro”, que no tiene necesidad de constricciones, de normas exteriores a sí mismo para actuar. (Antequera, L.)

Estabilidad

El gobierno de las emociones humanas debe llevarnos a cometer el menor número de errores. Sin embargo, para lograrlo, se requiere un trabajo íntimo. No aprendemos a manejarnos únicamente con la experiencia adquirida a lo largo de nuestra vida dentro y fuera de la orden, sino también a través de los traspiés que inevitablemente enfrentamos. Si bien es valioso reconocer nuestras fortalezas, es aún más importante aprender a manejar nuestras debilidades, dando cabida a la construcción del ser interior y alejado del egocentrismo humano.

Integridad

Insertarse en una sociedad estratificada y plagada de conductas irracionales es un desafío complejo, que no solamente son inobservadas, sino que incluso son aceptadas con envestida normalidad. Sin embargo, como Masón, debemos luchar contra esta práctica y ser un ejemplo para nuestros pares. Si somos líderes honestos, nuestros hermanos se verán influenciados positivamente, llegando incluso a la imitación más elevada del ser.

Inteligencia

Tradicionalmente la inteligencia se asocia a la capacidad intelectual de un individuo en términos de su desempeño académico o laboral específico. Sin embargo, pienso que la inteligencia en el contexto de la hermandad está asociada con la capacidad de asumir retos  con una conciencia situacional. De ahí surge la noción de inteligencia emocional, que implica manejar integralmente los entornos sociales y  encontrar soluciones prácticas a los problemas que se presentan.

Flexibilidad

Nunca debemos dejar de soñar, y el rasgo de la flexibilidad nos permite adaptarnos al medio en el que nos desarrollamos. Así, enfrentamos con habilidad y responsabilidad los nuevos desafíos sociales en un mundo globalizado y sin fronteras. Quien está preparado para el cambio supervive, mientras tanto, quién no lo haga, está destinado a ver el futuro desde lejos y no aprovechar las bondades que nos brinda el trabajo en fraternidad.

Sensibilidad hacia los demás

Se torna muy complejo llevar a la praxis este rasgo; sin embargo, debe ser el compromiso de todo Masón, el desarrollar habilidades de escucha y entendimiento, para luego actuar; pues, aunque formamos parte de una misma hermandad, cada uno de nosotros posee caracteres muy diversos. Por lo tanto, aplicar la inteligencia emocional nos permite entender a nuestros hermanos y obtener de ellos la mejor predisposición para el trabajo, el esfuerzo y el compromiso eterno con la orden y sus principios.

CONCLUSIONES

Para desarrollar los rasgos del liderazgo efectivo, lo primero que uno debe adquirir es la plena convicción que querer influir positivamente tanto en el interior como en exterior de la orden. No basta con aprovechar nuestras habilidades naturales; debemos ir más allá.

En la sociedad del conocimiento, es fundamental alcanzar las capacidades necesarias para explotar nuestro propio ser a través de un constante perfeccionamiento interior. Nuestro entorno exige las más altas competencias para el ejercicio del liderazgo, y debemos recordar que nuestros propios hermanos serán nuestros más implacables jueces.

El desarrollo de los procesos en un entorno global ha derribado fronteras y construido estructuras mentales y sociales que nos permiten intercambiar información de todo tipo  en cualquier circunstancia. Por lo tanto, como líder Masón, debemos mantener siempre una condición de dignidad pues de qué importaría contar con todas las competencias necesarias para el ejercicio de un liderazgo transformacional, si no nos investimos de los más altos valores de justicia, honestidad, compromiso, disciplina, honor, lealtad y por sobre todas las cosas, reconocernos humanos y como tal, reconocer la otredad del ser.

“La Masonería es una Escuela de perfeccionamiento moral e intelectual en busca del desarrollo espiritual del individuo. Es sin más, una Augusta Orden Iniciática que se nutre de Hombres Ilustrados en busca del bienestar de la Humanidad”            
GLE

                                                                                                                                               


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