No perdamos la fe: un nuevo rumbo para Ecuador.

Autores

Víctor Xavier Enríquez Champutiz

Gerardo Vladimir Benavides Montenegro

Hace algunas décadas los latinoamericanos dejamos las dictaduras militares, dando paso a sistemas democráticos, caracterizados por elecciones libres, libertad de expresión y la voluntad de conformar un gobierno con instituciones independientes.

Hoy la región vive una nueva clase de dictadura, una disfrazada de democracia, en donde los gobiernos de turno no están en la capacidad de garantizar las libertades mínimas; una delincuencia desenfrenada nos ha marcado profundamente generando miedo y desconfianza en la sociedad que ha buscado medidas contundentes para enfrentar este problema. Además, la corrupción ha permeado diversos ámbitos, erosionando la integridad y la transparencia del sistema político. Estos factores nos han provocado un sentimiento de desamparo y desesperanza.

Aunado a esto, el magnicidio de un candidato presidencial ha dejado una huella profunda en el país. Este acto violento ha sacudido los cimientos de la democracia y nos ha generado un clima de incertidumbre. El sicariato se ha convertido en una terrible realidad cotidiana, cobrando vidas y minando la confianza en las autoridades.  

Así el próximo 20 de agosto nuestro pueblo tendrá la oportunidad de ejercer su derecho al voto y elegir a su próximo presidente. Este acontecimiento llega en un momento crucial para el país, que se encuentra inmerso en una dura crisis política, social y económica. Ante este panorama oscuro, es vital recordar que el proceso electoral brinda una oportunidad de cambio y reconstrucción.

Presenciamos con mucho asombro un debate presidencial, con candidatos improvisados, con un notorio odio y revanchismo, con delirios del pasado, apegados a ideologías alejadas de la realidad; con la anuencia de un “sistema democrático”, que no pone a los mejores ciudadanos sino a los más convenientes para los grupos que quieren mantenerse en el poder, apoyados en una maquinaria propagandística que apunta al voto con el corazón y no con la razón. Evidenciamos “en vivo y en directo” como el debate perdió su concepción como mecanismo esencial para conocer las propuestas y los planes de los candidatos, perdiendo progresivamente su valía como herramienta para clarificar ideas, exponer soluciones y generar confianza en el electorado.

A pesar de todo este escenario, en el Ecuador aún podemos decir que vivimos en democracia, donde cada cuatro años, o en menos si hay muerte cruzada, volvemos a poner la fe, no en los políticos ni en sus ofrecimientos, sino en nosotros mismos y en lo que podemos hacer por nuestras familias y nuestro país. Por eso es importante que nos informemos y evaluemos cuidadosamente las propuestas de los candidatos, para tomar una decisión fundamentada y consciente.

Ecuador sin duda necesita mejores gobernantes y como efecto tendremos democracias sólidas; debemos recuperar la fe en el proceso electoral, para que todos los ecuatorianos contribuyamos con la democracia, donde cada voto constituye el fiel testigo de esa fe y esperanza. Es el momento de que elijamos líderes comprometidos con el bienestar de la nación, capaces de impulsar políticas efectivas que aborden los problemas que aquejan al país. Nuestra participación activa y consciente en este proceso fortalecerá la democracia y nos guiará hacia un futuro prometedor.

Las elecciones definitivamente que brindan una oportunidad para superar las dificultades. Es necesario erradicar la delincuencia organizada y la corrupción, garantizando la seguridad y la transparencia en todas las instancias de gobierno. El magnicidio y el sicariato deben ser condenados y enfrentados con determinación y justicia.

Así, en medio de la crisis y las dificultades, recordemos que la esperanza y la confianza son los cimientos sobre los cuales podemos construir un Ecuador mejor:

Recuperemos la fe en las elecciones, como un medio para cambiar el rumbo de nuestro país y trabajemos juntos para reconstruir una sociedad más justa y próspera para todos.

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