Esperanza y fe en el nuevo año.


Autor:

Víctor Xavier Enríquez Champutiz

Hoy dejaremos atrás el año 2023, con todo lo bueno y lo malo que nos pudo ofrecer, momento oportuno para destacar el estudio del reconocido psicoanalista y filósofo social alemán, Erich Fromm, entre sus obras es oportuno resaltar su obra “la Esperanza Paradójica”, en donde se hace un análisis profundo sobre la dualidad del optimismo.

El optimismo tratado en forma de ESPERANZA PASIVA, definida como la expectativa optimista sin una acción deliberada para alcanzar el objetivo deseado, por ejemplo: quema del año viejo, utilizar prendas de colores, comer uvas, entre muchas tradiciones esperando que el próximo año sea mejor; y la ESPERANZA ACTIVA, implica una participación consciente y proactiva en la consecución de metas y la superación de desafíos, la persona activamente esperanzada no solo cree en la posibilidad del éxito, sino que trabaja activamente hacia ese éxito, sorteando obstáculos y adaptándose a las circunstancias cambiantes.

Para tener éxito es necesario la convergencia de la esperanza pasiva y activa, reconocer la interacción entre estas dimensiones ofrece una comprensión más completa de cómo la esperanza impulsa y guía nuestras vidas.

Ya sea confiando en la espera serena o en la acción vigorosa, la esperanza, en sus múltiples formas, sigue siendo una fuerza central que define nuestra relación con el futuro. La clave radica en equilibrar la espera con la acción, tejiendo así un tapiz coherente de esperanza paradójica en el lienzo de la experiencia humana.

Caso contrario lamentablemente en las primeras semanas del año, estaremos atravesando una Resaca ( México y Estados Unidos), Goma (Centroamérica), Guayabo (Colombia), Mona (Venezuela), Caña (Chile), Chuchaqui (Ecuador), anhelando la llegada del 2025.

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