Masacre del 2 DE AGOSTO DE 1810.

Autor:

«Aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla»

Napoleón Bonaparte

Es importante tener en cuenta que la historia es una lección permanente de vitales reminiscencias del pasado y de elementales reflexiones del presente; valiéndonos de la característica especial de esta ciencia, nos permite recordar y retomar hechos notables sucedidos el 2 de agosto de 1810.

La inmolación de los próceres de la independencia hispanoamericana, que gracias a su valor y entereza depusieron sin derramamiento de sangre a las autoridades españolas que por ese entonces dominaban, al mando del Coronel Luis de Castilla como Presidente de la Real Audiencia de Quito, pero por razones incomprensibles este personaje retoma el poder prometiendo al pueblo quiteño, no hacer nada en contra de los patriotas del movimiento de 1809, pero a pocas semanas de su gobierno se propuso perseguir y castigar a los patriotas quienes fueron reducidos a prisión.

Por los atropellos que cometían a diario las tropas extranjeras, los habitantes de Quito reaccionaron violentamente, y armados de palos, piedras y cuchillos asaltaron la cárcel y liberaron a los patriotas… pero debido a la reacción inmediata del ejército españoles debidamente armados y equipados, se produce la terrible masacre del 2 de Agosto de 1810, en donde murieron patriotas como: Juan Salinas, Manuel Quiroga, Juan de Dios Morales, Javier Ascasubi, Pedro Montufar, Jose Riofrio y muchos otros que fueron asesinados en las calles y plazas de Quito.

Próceres del 2 de agosto de 1810 que murieron y se sacrificaron con el fin de romper las cadenas de la opresión que ataban a nuestra Patria, para entregarnos el don inefable de la Libertad, don que hace del hombre, un ente de verdadera ayuda a la sociedad y a la Patria, libertad que se antepone a cualquier intento de intolerancia e incomprensión.

El presente, se nutre de sustancias perdurables del pasado, los valores éticos, cívicos y morales se fortifican más cuando en el camino se presentan luchas verdaderas, a fin de que prevalezca, la verdad, la justicia, el derecho y la razón.

La traición de Ruiz de Castilla que provocó la ira justificada del pueblo quiteño, nos recuerda que debemos servir con honestidad, sin egoísmos y acomodos personales. Recordar que la Patria necesita de trabajo, esfuerzo y sacrificio, que van de la mano de las gestas heroicas, de las costumbres, las letras y ese fuego de amor patriótico, del pasado y presente, los mismos que constituye la esencia moral de una PATRIA LIBRE Y SOBERANA.

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