27 de febrero, Nuestra conciencia cívica, la Batalla de Tarqui.

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“El Ecuador permanecerá como tierra de un pueblo libre soberano y digno mientras sea hogar de guerreros«

Anónimo

El 27 de febrero de todos los años en mancomunión cívica y  permanente culto al derecho,  los ecuatorianos reverenciamos ante el altar de la Patria con profundo sentimiento cívico-patriótico para remembrar la Batalla de Tarqui, con la cual se celebra el Día del Civismo y se rinde homenaje a nuestro “Ejército Ecuatoriano”, con la certeza de que nuestras epopeyas constituyen ejemplos de disciplina y cohesión nacional, motivando los sentimientos cívicos de un pueblo que anhela trabajo, prosperidad pero sobre todo paz.

            Cuando formamos parte de la Gran Colombia, el vecino país del sur atacó abiertamente la integridad de su soberanía al convocar a elecciones de senadores y diputados en las regiones de Quijos y Mainas que históricamente nos pertenecían. La Gran Colombia hizo sus justos reclamos al Perú, mas este país, en 1826 volvió a convocar a dichas elecciones incluyendo Jaén. El Perú permaneció con actitud evasiva hasta que el Libertador en comunicación del 3 de julio de 1828 declaró la guerra. A fines de 1828, el general José La Mar, que por recomendación de Simón Bolívar se hallaba de presidente del Perú, invade nuestro país por las provincias de Loja y Azuay, con un ejército de 5.000 soldados, recibiendo en Saraguro (Loja) el refuerzo de aproximadamente 3700 hombres, liderados por el general Agustín Gamarra.

El 27 de febrero de 1829 el mariscal Antonio José de Sucre asumió el mando e intentó llegar a un arreglo pacífico; La Mar solo aprovechó estas conversaciones y a traición intentó dar un golpe a las tropas de Sucre. En los días siguientes los dos ejércitos se movían en busca de posiciones más ventajosas, hasta que, en el amanecer de ese día en el Portete de Tarqui, inició la cruenta batalla; la historia habría de favorecer al ejército patriota, al final del día los peruanos tuvieron alrededor de 1500 muertos y 1000 heridos, y tan solo 154 bajas y 206 heridos de nuestro lado.

            El triunfo de Tarqui, afianzó el poder moral y material, de todo un país, que, mediante la cohesión y las buenas relaciones cívico-militares, pudieron mantener la dignidad y la gloria de la Patria.

            Hoy, al igual que en aquella gesta patriótica, las Fuerzas Armadas mantienen una cultura organizacional que le han permitido adaptarse y sobrevivir a los diferentes escenarios en donde ha requerido el nivel político-estratégico. Sin embargo, han existido intentos de politizar las Fuerzas Armadas, estas acciones han impedido que la política defina en forma clara la naturaleza que se espera de nuestras Fuerzas Armadas, dejando en muchos casos vacíos en el marco jurídico que dificultan su accionar y la obtención de recursos para enfrentar a los nuevos enemigos del estado: amenazas externas, internas de carácter multidimensional, al tiempo que cumplen con las tareas complementarias de apoyo al desarrollo de nuestro país.

            Si de alguna manera cobra sentido rememorar pretéritas acciones, no es suficiente deleitarnos en la estática contemplación del pasado, sino lanzarnos con decisión y empeño a la conquista del futuro. Tarqui, Paquisha, Mayaicu, Machinaza, Cenepa y muchas victorias más, nos respaldan desde siempre, siendo prueba viviente de que en cada triunfo hemos demostrado un alto nivel de conciencia cívica. Esto ha permitido que nuestro tricolor nacional flamee cada vez más alto, enfrentando con altivez los desafíos contemporáneos y sobreviviendo a vanos ataques contra la integridad institucional. Siempre mantenemos la firme convicción de pertenecer a una institución sólida, que ha sabido perdurar y trascender gracias a nuestra intención de ser cada día mejores soldados y mejores ciudadanos.  

¡Ofrendarte con el alma Patria mía, mi vida, mi coraje y mi valor …!

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