11 septiembre 2001, 21 años después.

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«El mundo agoniza», con estas palabras iniciaba la declaración del Parlamento de las Religiones del Mundo, reunidos en Chicago en 1993, sus firmantes describen la situación global en términos no menos dramáticos: «la paz nos da la espalda, el planeta está siendo destruido, los vecinos viven en el temor mutuo, hombres y mujeres se distancian entre sí, los niños mueren. Todo es terrible«

Derecho Público Iberoamericano, Octubre 2015 (ISSN 0719-2959)

Se cumple 21 años de los sucesos del 11 de septiembre del 2001, y la percepción no ha cambiado; los hechos de violencia, delincuencia organizada, delitos transnacionales, narcodelincuencia, narcopolítica, solo confirman la situación y se agrava la descripción, que incluso el Colegio Interamericano de Defensa plantea un escenario Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo…. Las preguntas siguen vigentes: ¿qué hacer? ¿existe, en medio de la oscuridad, alguna oportunidad, alguna esperanza?

No ceder ante la tentación de la pasividad y el pesimismo, los planes de acción deben trascender las fronteras de nuestro país, de nuestra región, el escenario VICA nos obliga a acelerar la búsqueda de caminos, que debe estar libre de ideologías caducas que no han evolucionado con las necesidades de la sociedad, avance tecnológico y alcance de las organizaciones criminales.

Este artículo no es más que un simple grano de arena.

Después del 11 de septiembre del 2001, el terrorismo ha logrado ocupar finalmente un lugar en las agendas de seguridad del mundo, los “otros” problemas, parecerían haber quedado de lado (una trampa o ilusión en la cual no podemos caer, y menos los países menos desarrollados). El terrorismo en esencia es un delito grave; no debemos quedarnos en la etapa de reconocer y condenar los actos, debemos avanzar hacia un mundo sin terrorismo es una meta ambiciosa, pero que abre una perspectiva mucho más rica en posibilidades de enfrentar los problemas globales y poder secar así los caldos de cultivo que generan este mal.

No hablo de combatir al terrorismo, ya que el combate frontal no garantiza su erradicación, incluso bajo determinadas circunstancias (políticas y legales) hasta podría contribuir a su aumento o reproducción indefinida. En esta simple y a la vez compleja reflexión navegaré por turbulentos escenarios, para bosquejar una solución a los problemas más complejos del mundo.

Lo primero es siempre el diagnóstico, lejos de intereses políticos, disfrazados en estadísticas y datos que tratan de cambiar la percepción de la realidad. Buscar alianzas con países que tengan una visión diferente de la seguridad, con mejores recursos tecnológicos para identificar con precisión las causas o los llamados “caldos de cultivo” (inequidad, injusticia, corrupción, pobreza, entre otras) del terrorismo; mientras en forma paralela combatir sus efectos.

El plan de acción se podría basar en primer lugar en un diálogo entre todos los sectores, bajo un marco de respeto mutuo, buscando una convivencia sin distinciones. Plantear métodos pacíficos de lucha por los DDHH, mejora en las políticas económicas y sociales es fundamental, el fracaso de estos métodos por intereses ocultos o personales tendrá como efecto una espiral de violencia (en las calles y medios de comunicación).

Apoyar las acciones en los acuerdos de las grandes religiones del mundo (budistas, cristianos, hinduistas, judíos, musulmanes, taoístas, entre otras) en el Parlamento de las Religiones del Mundo, reunidos en Chicago en 1993, normas éticas como: «orientaciones inalterables, compromisos a favor de una cultura, no a la violencia y respeto a toda vida, solidaridad y de un orden económico justo, tolerancia y un estilo de vida honrada y veraz, igualdad y camaradería entre hombre y mujer.

«La globalización del terror desmitificó la presunción de que la tecnología bélica podía hacer invulnerable a Estados Unidos, también ilustró que la superioridad militar no es suficiente para enfrentar la convicción suicida de fundamentalistas político-religiosos, lo cual sugiere que la eliminación de Bin Laden para extirpar el terrorismo es tan ilusa como la de matar a Pablo Escobar para acabar con el narcotráfico, hay que idear otra estrategia.»

Agustín Amaro

Finalmente es necesaria una política exterior buscando la concertación en busca de hacer gobernable y equitativa en medio del confuso esquema político y económico de la globalización; específicamente en nuestra región parecería imposible llegar a consensuar la voluntad política hacia la creación de grandes bloques políticos, económicos, sociales y culturales que garanticen la gobernabilidad de la globalización.

¿Para el próximo 11 de septiembre, habrá cambiado algo?

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