Operación Overlord, aspectos geopolíticos. Artículo 1/5.

Autores:

Víctor Xavier Enriquez Champutiz

Gerardo Vladimir Benavides Montenegro

Patricio Javier Aguilar Cazar

Carlos Santiago Morales Sánchez

Por los éxitos durante la Segunda Guerra Mundial, el General Dwight D. Eisenhower conocido como “Ike” fue nombrado Comandante Supremo de la Fuerza Expedicionaria Aliada en Europa en el año 1943, iniciando ese año la planificación de la Operación Overlord, en febrero del año 1944 recibe la orden de ejecutar la operación (SWI, 2019). Tropas, material de guerra, buques y aeronaves aliadas de los Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Canadá y otros países, habían entrenado para el desembarco y se encontraban ubicadas al sur de Inglaterra.

El 5 de junio de 1944, lanza la Operación Overlord, con un mensaje escrito a las tropas, «¡Los hombres libres del mundo marchan hacia la victoria! […] ¡solo aceptaremos la victoria total!» (Sánchez, 2017).

General Dwight D. Eisenhower

En esta oportunidad presentaremos un análisis desde la perspectiva de la geopolítica y las fortalezas del gobierno alemán en contraposición con las debilidades de los Aliados.

Arte de los autores

La Alemania del Tercer Reich, tenía como objetivo político, ejercer un dominio hegemónico en Europa oriental; empleando para ello, todo el poder nacional y esencialmente el poder militar desarrollado por esta nación, ampliando así su espacio vital “Lebensraum”[1] (Cuéllar, 2012, pág. 64).

El liderazgo de Adolf Hitler en Alemania, fue configurándose desde 1933, año en el cual, el Partido Nacional Socialista Obrero Alemán alcanzó el poder político y subsecuentemente a ello, en 1934 es designado como Canciller Imperial, hasta finalmente envestirse como líder absoluto de la Alemania Nazi; implantando un “régimen totalitario” (Fuentes, 2019), que fue acogido por casi la totalidad del pueblo alemán, que necesitaba urgentemente una reivindicación estructural en los ámbitos social, económico, político y primordialmente de relaciones exteriores.

Hitler,al frente del gobierno alemán, demostró un carisma inigualable para conducir masas, imponiendo su ideología nacional socialista (yuxtapone una ideología socialista con el sentimiento del nacionalismo alemán) a todo el pueblo alemán y dentro de esta realidad, a los miembros de las fuerzas militares, pues “todo giraba alrededor del él, considerado como la única persona capaz de tomar decisiones: marcaba objetivos, tomaba decisiones, controlaba los procesos y no delegaba responsabilidades” (Fuentes, 2019); teniendo como principales hitos de la política alemana, la “reorganización del ejército y el fortalecimiento la industria” (Roa, 2003, pág. 422), primordialmente de la armamentista, que le daría la capacidad de emprenderuna política de dominación. 

Previo al ingreso de Estados Unidos y Rusia en la II Guerra Mundial, Winston Churchill como Primer Ministro de Reino Unido, tenía la gran responsabilidad de ejecutar la política nacional de guerra, que termine con la ambición hegemónica de Hitler en Europa occidental. Pese a la necesidad de mantener la supremacía británica en la Europa continental y en las colonias de África y Asia, resguardando así los intereses nacionales; el “liderazgo contradictorio” (Gavaldá, 2020) de Churchill, influyó drásticamente en los resultados ambivalentes de la guerra para Reino Unido, demostrándose en ciertas máximas de Churchill, como “el éxito(…), consiste en ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo” (Martínez, 2020), que su visión política carecía de firmeza, hecho que se reflejó en las conversaciones previas al desembarco de Normandía, mantenidas en Teherán con los presidentes de los Estados Unidos y la Rusia.

Pese a haber alcanzado un acuerdo político para abrir el segundo frente desde Francia, era claro que el pacto para formar la alianza entre Estados Unidos (USA), Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (Rusia) y Reino Unido (UK), mantenía muchas tensiones, provocadas por las divergencias sistemáticas, en los ámbitos político e ideológico y primordialmente, por intereses ocultos en el ámbito macroeconómico, en el cual se disputaba no solo el posible dominio de los territorios de Europa, sino los futuros ingresos derivados de la inversión de capitales para la reconstrucción de Europa y la explotación de recursos naturales en esos territorios.

Todo esto contribuyó a que la alianza tarde en formarse y que pese a todas las divergencias e intereses económicos ocultos que mantenían estas potencias; no se pueda concretar la imbricación de una política multinacional y coherente, que contribuyan indefectiblemente a enfrentar bélicamente al Tercer Reich y con ello poner fin al dominio alemán, sobre los territorios de Europa y África.

La fortaleza política de los países Aliados, que permitió aunar esfuerzos para efectuar exitosamente el desembarco de Normandía, se resumen en:

El avance de las tropas alemanas y la ocupación de gran parte de Europa occidental, incentivó la necesidad de buscar alianzas entre las potencias amenazadas por Hitler, reuniéndose efectivamente en el año de 1943 en la ciudad de Teherán, los líderes políticos de Estados Unidos, Rusia y Reino Unido; y, pese a las divergencias de las estructuras que mantenían en los sistemas económicos, sociales y políticos, finalmente llegan al acuerdo de abrir el segundo frente por Francia; con lo cual no solamente se trataba de ingresar a territorio europeo y consolidar el objetivo político estratégico de la guerra, sino aliviar el esfuerzo de las tropas rusas, por el frente oriental.

La integración de las políticas multinacionales de guerra, con el estado final deseado (liberación de los territorios de Europa occidental ocupados por la Alemania Hitleriana y a través de varias operaciones, incidir en el corazón de Alemania y destruir sus Fuerzas militares), permitió que desde el nivel estratégico político se brinde la libertad de acción requerida, al nivel estratégico militar en la Operación Overlord, creando “un sistema de sistemas” (Soto, 2019), lo que hoy se conoce como una operación conjunta, con características como: un mando único, fortalecido por el liderazgo de sus comandantes en el nivel operacional y así se redujo la incertidumbre y los horrores que caracterizaron la I Guerra Mundial.

Con ello se pudo minimizar las diferencias propias de una organización militar heterogénea y conformar la mayor fuerza combinada de la historia, para finalmente “sentar un modelo de conducción que hoy es el adoptado por casi todas las fuerzas armadas del mundo: La Conducción Conjunta” (Soto, 2019, pág. 150); permitiendo así, capitalizar las capacidades del poder militar conformado, mediante el enfrentamiento directo con las fuerzas nazis y la aplicación de la guerra absoluta, de la cual Carl Von Clausewitz fue su ideólogo, requiriendo el empleo de recursos sin límite, por parte de todas las fuerzas que conformaban la alianza.

El desarrollo de los acontecimientos en el desembarco de Normandía, demostraron que la máxima de Clausewitz: “la importancia de comprender el propósito político de la guerra y la necesidad de trabajar duro para conseguir que la política y la estrategia se alineen lo más correctamente posible” (Greenwald, 2019, pág. 63), fue empleada para la ejecución de la Operación Overlord.

Consecuentemente y luego de enunciar las fortalezas a nivel estratégico político y estratégico militar; es importante destacar que la mayor fortaleza de los países que conformaron la Alianza, fue el grado de voluntad política alcanzado por sus líderes, para llevar a cabo la Operación Overlord y definir un objetivo único y determinante, para enfrentar a un enemigo mortífero; rescindiendo cualquier divergencia que caracterizara las administraciones nacionales de sus países, conllevando al éxito de la Operación y al cumplimiento del Estado Final Deseado por los Aliados.

Complementando el análisis es necesario determinar los elementos políticos, militares, ideológicos y operativos de la alianza, para alcanzar el éxito en las operaciones conjuntas del día “D”, a continuación, un breve análisis de los aspectos más relevantes:  

Estados Unidos y Rusia, ingresaron a la II Guerra Mundial en 1941, mientras Reino Unido ya se encontraba en el conflicto desde 1939; debido a la influencia hegemónica que imprimía en la parte oeste de Europa y primordialmente por los inmensos intereses económicos de empresas anglosajonas, para “saturar Alemania de inversiones y créditos extranjeros y empujarla a asestar un golpe mortal a Rusia para que volviese al capitalismo, en calidad de colonia” (Salgado, 2016, pág. 78) y apoderarse de la riqueza petrolera soviética. En este contexto, se presentan los siguientes elementos que sostuvieron la Alianza hasta la Conferencia de Potsdam, que marcó el inicio de la Guerra Fría.

El elemento político que se conjugó para alcanzar la Alianza de Estados Unidos, Rusia y Gran Bretaña, se fue configurando meses previos a llevarse a cabo la Conferencia de Teherán, en la cual se encontraron por primera vez sus tres líderes y pese a la posición de Churchill, de ampliar el “frente de los Balcanes o Italia” (Bacchiega, 2014), finalmente acordaron abrir el frente francés y realizar la Operación Overlord, con la única finalidad de destruir a un “enemigo común”, como lo menciona el Historiador Eric Hobsbawm (Bacchiega, 2014).

El elemento militar, que permitió emprender la Operación Overlord, se sustentaba en la magnitud y el potencial bélico que alcanzaron las Fuerzas Aliadas, las cuales contaban con un alto grado de desarrollo tecnológico y una planificación “logística de una estrategia bélica, que resultaría decisiva en la derrota del ejército alemán en Francia y que les permitía avanzar hacia Berlín” (Bacchiega, 2014).

En lo que respecta a las bases ideológicas de los líderes aliados, que acordaron en Teherán ejecutar la Operación Overlord, es incuestionable la clara divergencia de los sistemas económicos y sociales que mantenía por una parte los Estados Unidos y Gran Bretaña, con el capitalismo; y, por otra Rusia, con el socialismo; sin embargo, el acuerdo y concreción de las partes para abrir el segundo frente por Francia; favoreció el avance de las tropas aliadas desde el oeste de Europa hasta Berlín; permitiendo que por el frente este, se “aliviara el esfuerzo de las fuerzas rusas” (Soto, 2019).

El éxito del elemento operativo, se caracterizó por la implementación de un “sistema de sistemas” que incluía un mando único y conjunto, acompañado por un adecuado liderazgo, un eficiente sistema de inteligencia y una gran cantidad de medios terrestres, aéreos y marítimos, que permitieron “aprovechar su sinergia para lograr el éxito en la empresa estratégica” (Soto, 2019) denominada Operación Overlord, a cargo del general Eisenhower, minimizando los inconvenientes producidos por la diferencia en el idioma, doctrina y múltiples factores de diferencia entre el personal aliado.

La integración de todos estos elementos, en los ámbitos político, militar, ideológico y operativo, conjugaron en la ejecución de la Operación Overlord y fueron determinantes para alcanzar el objetivo en los niveles político-estratégico y estratégico-militar, dispuestos en las estructuras de gobierno y estructuras militares de los países Aliados, las cuales permearon la fibras más íntimas de los líderes nacionales, del pueblo y de las fuerzas militares aliadas; ratificando la vigencia del pensamiento en la trilogía clausewitziana, que nos lleva a comprender la naturaleza variable y compleja de la guerra.

La operación Overlord dejó enseñanzas que se analizan en las academias militares en todo el mundo, sus aportes al alineamiento estratégico y planificación, así como la concepción de la política de defensa y nuevos paradigmas en las operaciones esenciales, son su principal aporte a la historia militar, a continuación, los aspectos más relevantes:

La Operación Overlord, marcó una serie de referentes en múltiples aspectos a nivel multinacional, destacando entre ellos la interacción política, militar y económica; en los cuales la estrategia y planificación permitieron alcanzar los objetivos políticos-estratégicos dispuestos por la alianza entre Estados Unidos, Gran Bretaña y Rusia.

La dificultad en la planificación de la operación conjunta, permite visualizar como una primera lección, todo el engranaje doctrinario requerido, en la implementación de una estrategia integrando los tres componentes: aéreo, naval y terrestre, contando con fuerzas combinadas y una amalgama de capacidades tecnológicas (resultado de la innovación en época de guerra), aprovechadas para enfrentar un escenario hostil en territorio enemigo y contra unas fuerzas militares alemanas, que mantenían una composición letal y como lo manifiesta el Profesor de Historia Byron Greenwald: “más allá de todos estos factores tácticos y operativos, Normandía planteó la probabilidad de fracaso estratégico y político” (Greenwald, 2019, pág. 60) para los aliados.

Otro aspecto, que definitivamente tiene una trascendencia fundamental, es la planificación y puesta en marcha del soporte logístico en la Operación Overlord; pues sí “los ejércitos del siglo XIX marcharon sobre sus estómagos, los ejércitos modernos lo hacían gracias a las máquinas motorizadas” (Greenwald, 2019, pág. 61), permitiendo que las fuerzas aliadas se mantengan en un avance permanente hacia el objetivo dispuesto por el nivel operacional; en un teatro de operaciones que no prestaba ningún tipo de facilidad, por la magnitud de la destrucción del territorio europeo y de casi todas sus fuentes de producción.

La ejecución de la Operación Overlord, requirió “la alineación multinacional de las políticas de defensa y de los objetivos estratégicos de los países aliados” (Greenwald, 2019, pág. 63), acción mediante la cual, se determinó y planificó la secuencia de las tareas esenciales, que permitieran alcanzar los acuerdos pactados y viabilizar las secesiones requeridas para este efecto; otorgándole una real libertad de acción en la ejecución de las operaciones militares y los objetivos determinados en los niveles, operacional y táctico, para que éstos contribuyan a los objetivos estratégico-militares e indefectiblemente a los objetivos estratégicos políticos de los aliados.

Otra lección aprendida, que tiene relación directa con lo mencionado en el párrafo precedente, concibe la necesidad del establecimiento de una política coherente en el nivel político estratégico, permitiendo así cumplir con la gran estrategia en ejecución en el teatro de guerra y como señala Clausewitz, la importancia de comprender el propósito político de la guerra y la necesidad de trabajar duro para conseguir que la política y la estrategia estén correctamente alineadas y con todo ello “conseguir que la nación entera, permanezca comprometida con esta política” (Greenwald, 2019, pág. 63).

Finalmente se debe manifestar que todas estas lecciones, hicieron posible la alineación de una política multinacional de guerra aliada, al empleo conjunto de las fuerzas militares en los tres escenarios y contar con una planificación y soporte logístico inmejorables, alcanzando el empleo del poder militar para la consecución del estado final deseado en la Operación Overlord.

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Bibliografía

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[1] La base científica del arte de la actuación política en la lucha a vida o muerte de los organismos estatales por el espacio vital.

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